Elena
Ordoqui, Marta Orta. Centro Médico de Alergia y Asma, Pamplona.
Resumen:
En
los últimos años el interés por el estudio del asma de origen laboral ha ido en
aumento al considerarla la patología respiratoria ocupacional más prevalente
(1-3). La detección e identificación de los agentes etiológicos en asma
laboral, crece día a día, habiéndose descrito en la actualidad alrededor de 300
sustancias protéicas naturales y agentes químicos de bajo peso molecular (4).
Los trabajos publicados en las dos últimas décadas se centran no sólo en
definir y diagnosticar el asma ocupacional, sino también en aspectos
epidemiológicos y en la detección de los factores de riesgo favorecedores del
aumento de esta entidad (5-9). La preocupación por prevenir las enfermedades
laborales es creciente entre los medios legislativos españoles y comunitarios e
implica a empresas, sindicatos y médicos. Todos centran sus esfuerzos en la
prevención fundamentalmente primaria y secundaria (10), sin olvidar la
terciaria. La estrategia en prevención primaria agrupa las medidas para reducir
la aparición del asma laboral. La secundaria conlleva la detección y el
diagnóstico precoz de los trabajadores sensibilizados o con síntomas iniciales
de asma laboral. La prevención terciaria minimiza los efectos del asma
establecida con medicación, reducción de la exposición o, el cambio o abandono
del puesto de trabajo (11).
El nuevo marco normativo en prevención de riesgos laborales (Ley de
Prevención de Riesgos Laborales 31/1995), de aplicación obligada a todos los
trabajadores por cuenta ajena, supone cambios radicales en la prevención,
promoción y vigilancia de la salud. Implica la evaluación de los riesgos de
cada puesto de trabajo, establecer un plan de prevención y vigilar su
cumplimiento mediante inspecciones periódicas (12, 13). También obliga a la
realización de reconocimientos médicos periódicos, según los riesgos evaluados
en cada puesto, aplicando con criterios uniformes los protocolos específicos
elaborados con este fin, entre los que se encuentra el de asma laboral (14).
El
estudio sobre los factores de riesgo en asma laboral, analiza las
circunstancias que favorecen su aparición (15). A continuación, se comentan los
aspectos más importantes.
I.
FACTORES DE RIESGO INDIVIDUALES
1. Factores genéticos
El desarrollo de las técnicas moleculares ha
facilitado la investigación de los genes y en particular del polimorfismo de
los alelos HLA-II, como factores de riesgo para una mayor susceptibilidad de
aparición de asma laboral, sobre todo por exposición a agentes de bajo peso
molecular (16). La frecuencia del HLA-DR3 en los
sensibilizados al anhídrido trimelítico y al amonio hexacloroplatinato está
incrementada si se compara en individuos sometidos a igual intensidad y el
mismo tiempo de exposición (17).
En pacientes con asma
por isocianatos es más frecuente el HLA-DQB1 Asp57 (18) y se han estudiado los
genotipos de la glutation-S-transferasa en la respuesta alérgica a los
diisocianatos en 109 pacientes con asma por isocianatos, observando que el
polimorfismo de GSTM1 puede ser determinante en el riesgo y el tipo de
respuesta inmunológica (19).
Un estudio realizado en trabajadores de una
industria de platino sugiere un riesgo relativo mayor asociado a un exceso de
HLA-DR3 y un déficit de HLA-DR6. Estos individuos presentaron mayor
sensibilización a las sales de platino, paso previo a la aparición de asma
(20). Horne y cols. han notificado la asociación entre los alelos HLA-DQB1*0302
y DQB1*0603 y asma ocupacional por sensibilización al ácido plicático de la
madera de cedro rojo. Objetivaron que el HLA-DQB1*0501 estaba disminuido en
estos casos de asma, sugiriendo un posible papel protector de este alelo (21).
2. Atopia
En trabajadores expuestos a agentes de
elevado peso molecular, la atopia parece ser un factor de riesgo predisponente
para la sensibilización a los mismos (22), como ocurre en el personal expuesto
a animales de laboratorio (23) o a harina de cereales (24). Sin embargo, la
atopia y el tabaquismo no parecen estar implicados en la aparición de asma por
isocianato TDI, ni por la madera de cedro rojo (25).
Existe cierta controversia sobre la
conveniencia de contratar o no a personas atópicas o con hiperreactividad
bronquial previa para ciertas actividades de riesgo, como los manipuladores de
harina de cereales (26) o trabajadores del aluminio (27); ya que esta decisión
podría contravenir los derechos fundamentales de los trabajadores.
3. Tabaquismo
El hábito tabáquico se relaciona con un mayor
riesgo de desarrollar sensibilización y asma frente a sustancias capaces de
producir una respuesta de tipo IgE en el trabajador expuesto (28). El efecto
irritante del humo favorece el paso de los alergenos a través de la mucosa
respiratoria facilitando la sensibilización al mismo (29).
En EEUU, se realizó un estudio en ambientes
cargados de humo, observando un riesgo mayor de asma en los trabajadores no
fumadores expuestos al humo de los clientes (30), que influyó en la elaboración
de medidas legislativas para solucionar el problema. El estado de California ha
promulgado una ordenanza para controlar el nivel de humo en locales donde se
fuma, como restaurantes y bares. Los resultados de trabajos posteriores
muestran un menor riesgo de enfermedades respiratorias ocupacionales en el
personal no fumador, donde se ha prohibido fumar o se ha disminuido el nivel de
humo, en relación con los locales donde se sigue fumando sin control (31).
4. Hiperreactividad bronquial previa
La presencia previa de asma bronquial,
enfermedad pulmonar obstructiva crónica, enfermedad por reflujo gastroesofágico
e infecciones respiratorias de repetición, determinan un mayor riesgo de asma
(32). En algunos casos se recomienda a los aspirantes a ciertos puestos de
trabajo que no inicien ese tipo de actividad laboral.
II.
FACTORES DE RIESGO POR AGENTE Y ACTIVIDAD
Los agentes de riesgo
implicados pueden presentarse en forma de gas, humo, vapor o polvo. El riesgo aumentará
en función de la concentración del agente, el tiempo de exposición al mismo, la
vía de entrada, la naturaleza del antígeno implicado, su solubilidad y el
tamaño de partícula (22, 33). El tiempo de latencia hasta que se manifiestan
los primeros síntomas es variable y depende de las actividades, del agente
implicado y de la susceptibilidad individual. La reducción de los niveles
ambientales de agentes irritantes y de aeroalergenos en el lugar de trabajo es
fundamental (34).
Las actividades y profesiones
de mayor riesgo varían según países. Fabri y cols. detectan un mayor riesgo en
los siguiente grupos de actividad o exposición: animales de laboratorio,
industria del caucho y uso de objetos de látex, panaderías y manipuladores de
harinas, uso de enzimas proteolíticas, exposición a agentes químicos, sobre
todo isocianatos, agricultura, pesca, actividad forestal y construcción (10).
Venables detecta un mayor
riesgo entre los trabajadores expuestos a isocianatos, tintes, polvo de
cereales, ácaros, enzimas y alergenos animales (35).
Kogevinas
y cols. (7) seleccionan pacientes con asma ocupacional de Europa, Nueva Zelanda
y en menor número de EEUU, estimando un mayor riesgo atribuible a la actividad
laboral entre granjeros, pintores, trabajadores del metal, personal de limpieza
y agricultores. En un estudio llevado a cabo en una ciudad finlandesa entre
1983 y 1986, Torén encontró un riesgo mayor entre los trabajadores expuestos a
polvo de cereales y de harinas, seguido de humo de fundiciones, fibras minerales,
polvo de papel, textiles y disolventes. Entre las mujeres, el personal de
limpieza obtuvo un pequeño aumento significativo, como factor de riesgo (22).
Houba
y cols. mostraron la importancia de la atopia y del nivel de exposición intenso
a harinas de cereales, enzimas y ácaros de depósito en la aparición de síntomas
alérgicos que comienzan con rinoconjuntivitis y progresan hacia asma de
panadero (24). Otros grupos han estudiado las variadas fuentes antigénicas a
las que se exponen los trabajadores que manipulan harinas de cereales (36, 37).
Varios
trabajos realizados en granjas destacan la importancia de altas concentraciones
de endotoxina en el desarrollo de asma, por encima incluso de la
sensibilización a ácaros de depósito y a los animales estabulados como aves y
cerdos (38, 39).
En
situaciones de una elevadísima concentración de agentes de exposición, las
enfermedades respiratorias pueden debutar con diferente expresión clínica (40),
como se aprecia en un estudio realizado en una granja de setas donde los
niveles de endotoxina de las esporas eran muy altos. Entre los 63 trabajadores,
42 presentaban tos, y se diagnosticaron: 2 neumonitis por hipersensibilidad, 6
síndrome tóxico por inhalación de polvo, 18 rinitis, 15 con asma y 3 bronquitis
eosinofílicas (41).
No
hay que olvidar las profesiones de riesgo por su exposición masiva a gases,
humos y vapores como los bomberos, que pueden presentar asma o RADS en
incendios y derrumbamientos de edificios. Tras el atentado del 11-S en Nueva
York, se describió la “tos del World Trade Center” padecida por bomberos
expuestos en las primeras horas tras la explosión, sometidos a los niveles más
altos de contaminantes e irritantes (42).
Según
el registro de enfermedades profesionales de Navarra, el Instituto Navarro de
Salud Laboral notificó desde 1996 a 2001, 170 bajas motivadas por asma laboral,
de las que 127 fueron casos nuevos y 43 recaídas. En cuanto a su frecuencia,
las actividades más implicadas fueron: 21 trabajadores de industria
alimentaria, 13 de industria del caucho y plásticos, 12 de industria de
vehículos, 7 de industria de equipos médicos y óptica y 6 de industria de la
madera. Por ocupaciones con mayor notificación de asma laboral, en 21 casos
eran soldadores, chapistas y montadores, 21 operarios de máquinas fijas, 16
trabajadores de la industria alimentaria, 7 personal de industria
manufacturera, 10 personal de limpieza, 7 operadores industriales y 6 ebanistas
y carpinteros.
III.
FACTORES DE RIESGO AMBIENTALES
1.
Fallos en la infraestructura general: ventilación, extracción y aireación
Las medidas más eficaces
para la evitación de riesgos, se deben tomar en la fase de proyecto y diseño de
la nave, el edificio o la infraestructura general. Si esto no es posible, se
deben revisar las condiciones según el tipo de actividad, ya que unas
inadecuadas instalaciones pueden influir decisivamente en la materialización
del riesgo. La ventilación de los espacios de trabajo y su aireación
constituyen una protección colectiva del personal y está legislada en el R.D.
486/1997 sobre las disposiciones mínimas de seguridad y salud en los lugares de
trabajo (43). Si es necesario se deben instalar campanas extractoras, filtros o
compartimentar las dependencias donde se desarrollen actividades de riesgo en cabinas,
para facilitar la medición de niveles de los agentes sin sobrepasar los VLA,
como en el caso de los isocianatos (44).
Un fallo frecuente de
organización es no delimitar las áreas de una empresa como recepción, oficina,
proceso de fabricación, acabados, empaquetado y carga. Las sustancias
irritantes y/o sensibilizantes circulan aerovagantes por todas las dependencias
depositándose en objetos, superficies y personas, llegando a la piel y mucosas
(41, 45).
2. Falta de organización
y mantenimiento deficiente de instalaciones y equipos
La falta de organización colectiva e individual en
los puestos de trabajo influye en un inadecuado tratamiento de los riesgos. Los
factores de riesgo evitables no se evalúan y así no pueden eliminarse. Los
riesgos no se aíslan, no se aleja al trabajador con una protección colectiva y
tampoco se le dota de protección individual. La suciedad, el desorden y la
falta de planificación de las actividades y los procedimientos, se acompañan de
fallos en las medidas de protección individual y de falta de formación e
información preventiva de los trabajadores (12).
Los descuidos
de manipulación, escapes y fugas de materiales de riesgo, provocan exposiciones
evitables. Normalmente se deben a un mal control de las instalaciones y a la
falta de inspecciones periódicas de las condiciones de trabajo. La
contaminación de las superficies, las roturas de los equipos, la falta de
seguridad y el deterioro en los sistemas de protección colectiva e individual
son clave en el aumento del riesgo (45).
3.
Falta de sustitución o evitación del material de riesgo
En industrias donde se decide evitar o
sustituir el material por otro menos sensibilizante o irritante, se ha
realizado una prevención primaria eficaz. Claro ejemplo de esta actitud es la
industria de detergentes (45) que, ha logrado fabricando el polvo en grano
grueso en vez de fino y encapsulando las enzimas, rebajar considerablemente la
sensibilización de sus trabajadores (46). En la misma línea, los fabricantes de
productos con isocianatos TDI, los han sustituido por isocianatos menos
volátiles que disminuyen el riesgo de asma (25). Entre el personal sanitario,
el cambio a guantes sin polvo ha reducido la patología por sensibilización a
látex (47).
4.
EPI (equipos de protección individual) inadecuados o inexistentes
El EPI es cualquier equipo destinado a ser llevado
o sujetado por el trabajador, que lo proteja de uno o varios riesgos que puedan
amenazar su seguridad o su salud en el trabajo. Las exigencias de sanidad y seguridad
aplicables al diseño y a la fabricación de los EPI se recogen en el R.D.
1407/1992 posteriormente modificado por el R.D. 159/1995, con el marcado CE
(48). Las exigencias mínimas relativas a la elección y utilización de los EPI
se fijan en la directiva 89/656/CEE, transpuesta a la normativa española con el
R.D. 773/1997. Además existe una guía orientativa para la selección adecuada de
los protectores respiratorios (49).
En personal expuesto a anhídrido
hexahidroftálico, el uso de protectores respiratorios redujo la incidencia de
asma ocupacional por sensibilización al mismo (11). El mismo efecto eficaz se
objetiva en la prevención de asma entre granjeros, utilizando un filtro de
clase P2 (50) aunque existe cierta controversia en otros trabajos (51). Dosman y cols. objetivaron que en granjas de cerdos, se reducía la
exposición a alergenos utilizando filtros especiales en los establos (52).
Tarlo resume varios trabajos que defienden el uso de protectores respiratorios
entre los granjeros (33).
5.
Nula información y formación de los trabajadores
La
inexistencia de una evaluación de riesgos de los puestos de trabajo, se suele
acompañar de ausencia de un plan de prevención y de falta de inspecciones
periódicas de los puestos, instalaciones y equipos. La falta de rotación
periódica en los puestos de mayor exposición y los fallos en la vigilancia de
la salud incrementan los riesgos en los trabajadores que, desmotivados y
desinformados, carecen de la preparación y los medios suficientes para prevenirlos.
En
el Reino Unido se desarrolló un cuestionario anual para la detección precoz de
trabajadores con riesgo de asma, aplicado al personal de panadería. Advierten
de la necesidad de realizar además tarea informativa, pruebas de función
respiratoria y detección de IgE para mejorar su eficacia (53). De Zotti aplicó
un cuestionario a los candidatos a panaderos antes de contratarlos, en las
pruebas previas de selección (26).
El
protocolo específico de asma laboral fue informado favorablemente el 18 de
diciembre de 2000 por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud
(14).
Para
tratar de modo homogéneo los riesgos laborales se siguió el esquema propuesto
para todos los protocolos, que contiene los siguientes apartados.
1.
Criterios de aplicación.
2.
Descripción del problema.
3.
Evaluación del riesgo.
4.
Protocolo de vigilancia específica.
5.
Normas para la cumplimentación del protocolo médico específico.
6.
Conducta a seguir según la alteraciones que se detecten.
7.
Normativa aplicable.
8.
Bibliografía.
Anexo
I: Tablas de alergenos de elevado y bajo peso molecular.
Anexo
II: Examen clínico.
Anexo
III: Particularidades por agente.
En
los apartados 1 y 2 se define el problema del asma laboral y los criterios de
aplicación del protocolo. Se tiene como referencia unos listados abiertos
orientativos de agentes de exposición de elevado y bajo peso molecular, así
como las actividades consideradas de mayor riesgo.
En
el apartado 3 se identifican los factores de riesgo más importantes. El
protocolo recoge los niveles VLA-DE o valores límite ambientales en exposición
diaria, y los índices biológicos de exposición o BEIs. Una vez valorados y
evaluados los factores de riesgo, se determinan unos niveles de riesgo
cuantificando su valor en una tablas.
Los
factores de riesgo a valorar se presentan y puntúan de la siguiente manera:
A) Concentración Puntos
Valor
inferior al 10% del VLA-DE o concentraciones bajas si éste no existe |
0 |
Valor
entre el 10-25% del VLA-DE o concentraciones medias |
1-2 |
Valor
entre el 25-50% del VLA-DE o concentraciones altas |
3-4 |
Valor
superior al 50% del VLA-DE o concentraciones muy elevadas |
5-6 |
TOTAL
VALORACIóN -A- |
|
B) Tiempo de exposición Puntos
Menos
de 1 mes |
0 |
Entre
1 y 6 meses |
1-2 |
Entre
6 meses y 3 años |
3-4 |
Entre
3 y 10 años |
5-6 |
Más
de 10 años |
1-2 |
TOTAL
VALORACIóN -B- |
|
C) Ventilación y aireación del lugar de trabajo Puntos
Condiciones
adecuadas |
0 |
Condiciones
dudosas |
1-2 |
Malas
condiciones |
3-4 |
TOTAL
VALORACIóN -C- |
|
D)
Asociación de atopia + agentes de EPM
Asociación de hiperreactividad
bronquial previa + agentes de BPM Puntos
No
asociados |
0 |
Sospecha
de asociación |
2-3 |
Asociación
documentada |
6 |
TOTAL
VALORACIóN -D- |
|
E) Hábito de fumar y otros antecedentes Puntos
Sin
interés |
0 |
Hábitos
o antecedentes de riesgo |
2-3 |
Hábito
conocido de tabaquismo |
4-5 |
|
VALORACIóN
DE LOS FACTORES DE RIESGO
Máxima puntuación por apartados Puntos
Factor -A- |
6 |
|
Factor -B- |
6 |
|
Factor -C- |
4 |
|
Factor -D- |
6 |
|
Factor -E- |
6 |
|
TOTAL |
27 |
|
|
|
NIVELES DE RIESGO
Niveles
de riesgo |
Puntos |
Estado
de evaluación |
Examen clínico |
I |
0-10 |
Riesgo aceptable Situación satisfactoria |
2
años |
II |
11-20 |
Riesgo moderado Valorar y planificar las modificaciones que
reduzcan el riesgo |
1
año |
III |
21-27 |
Riesgo no tolerable Reducción del riesgo |
6
meses |
Según
el nivel de riesgo detectado, los reconocimientos periódicos se realizarán en
un período de tiempo más o menos largo, con el fin de comprobar la corrección
de las deficiencias detectadas, y llevar un mayor control individual y
colectivo.
El
apartado 4 contiene el protocolo médico específico, aplicable a los
trabajadores expuestos a agentes y profesiones de riesgo que consta de un
cuestionario, anamnesis y exploración física. Se realiza una espirometría basal
a todos los trabajadores, y a veces mediciones seriadas del pico flujo
espiratorio. El apartado 5 explica cómo rellenar el cuestionario y el 6
determina la conducta a seguir con el trabajador y en la empresa, ante la
sospecha de casos de asma laboral. El protocolo se completa con los apartados 7
y 8 sobre la normativa aplicable y la bibliografía de interés.
Los
anexos detallan la información orientativa sobre las distintas fuentes de
exposición y actividades de riesgo, que se completan con el examen clínico.
En
resumen, la aplicación del protocolo junto con una actuación adecuada de los
servicios de prevención, será óptima cuando logre evaluar y corregir los
riesgos que potencialmente pueden influir en la aparición del asma laboral, en
vez de diagnosticarla ya establecida. De hecho, el objetivo de la nueva Ley de
Prevención de Riesgos Laborales (12) es favorecer y promocionar la salud de los
trabajadores, evitando los accidentes laborales y las enfermedades
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